Para equilibrar la proporción con sus caderas y lograr la «armonía y la perfección» que requiere ser una Barbie humana.
Se hace llamar «Dominika», es diseñadora de moda y vive en Odesa. Según los sociólogos del país, es una víctima más de lo que denominan «síndrome de la muñeca Barbie»: cuando las chicas jóvenes tratan de alcanzar estándares imposibles de belleza.
Para lograr parecerse a la muñeca de Mattel, «Dominika» acentúa su aspecto con el pelo largo, lentes de contacto, ojos gigantes, boca y cintura pequeñas y modales impasibles.
Debido a la masiva difusión de sus imágenes en medios y redes sociales, existe preocupación porque las niñas no sigan el mismo ejemplo.
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